La última y nos vamos
Pocas veces me he dado la oportunidad de escribir sobre lo que pasa día a día en la Universidad, la época actual de mi vida. Quizás para evitar malos entendidos, para solapar errores o evitar debates innecesarios. Pero en esta ocasión debo de abordar el tema por la sencilla razón de que dentro de poco tiempo, está etapa llegará a su final.
La última y nos vamos. Han pasado casi cinco años de aprendizajes, de crecimiento, de cambios, de personas que se fueron y otras más que llegaron para quedarse. No menospreciaré los conocimientos jurídicos que adquirí y que me servirán desde aquí hasta la muerte. Es sólo que las respuestas están esperando allá afuera y la mitad de la carrera pensé que sólo existían las bancas y los escritorios de aquí adentro.
He cambiado, a pesar de que le he sido fiel a mis sueños más humanos, entré con unas ilusiones y salí con otras. La transformación de las ideas fue inevitable.
Como no agradecer lo vivido, las conversaciones infinitas entre mesa-banco y mesa-banco, los chistes contados, las anécdotas, las clases, la venta de dulces y las sorpresas que comenzaron con la simple convocatoria de un concurso. Llegaron los triunfos, los viajes, las nuevas oportunidades. Mi vida es ésta gracias a la Universidad.
¿A quien le importan los sacrificios cuando estás besando la gloria? A mí no, a pesar de que a veces los muros se levantan, cuando uno vive con el alma y pone el corazón en cada saludo, lo demás no parece costar. No me preocupare del futuro que de peores he salido.
La última y nos vamos, todos queremos triunfar, tener los elementos necesarios para que a la hora de volvernos a ver la cara podamos presumir nuestro camino. Pero las expectativas son de aire, no se pueden tocar con las manos, ni se pueden patear lejos de aquí. No se puede vivir de promesas y la generación del momento lo sabe bien. Por eso salir tiene un sabor tan dulce y a la vez tan amargo, como un café cargado con azúcar o un chocolate profundo y negro.
En nuestra memoria no habrá olvido. Para quienes tuvimos la dicha de compartir altas horas y recuerdos, una llama permanece encendida en el altar de la juventud. El tiempo sigue cayendo a granos en este reloj de arena que pronto terminará su conteo.
Imágenes: cuenta de instagram de la Universidad Autónoma de Aguascalientes
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