Detener el tiempo

Ojalá pudiera detener el tiempo, congelar estos momentos, el último año de universidad, el ciclo de maestros y compañeros que siempre se repite. 

Dentro de doce meses no habrá más semestres, primeros días de clase, risas y chistes posteriores a las vacaciones. 

Es cierto que la vida debe de cambiar. Desde hace tiempo que estamos en vela, buscando un ´titulo y alucinamos con un futuro mejor, lleno de dinero.

Pero el presente se nos va de las manos. El presente es ese instante maltratado, con las ojeras presentes, la esclavitud de sostener un trabajo no remunerado en las mañanas y un desfile de monólogos por las tardes. 

En cierta forma, el presente está medio muerto, anhelando el sueño interrumpido de la madrugada, la pausa para probar algún bocado, la promesa del fin de semana y un ligero temblor en las manos.

Pero no por dichas razones deja de ser "nuestro". Es tu presente y mi presente; un soplo de viento, el rayo del sol inclemente, el auto que corre y el niño que ríe.

Por eso quiero detener el tiempo. Preservar para siempre el amor que es dulce y la amistad sincera, la fraternidad que se descubre día con día con los hermanos adoptivos.

Quisiera congelar esa sonrisa, la satisfacción de sentirte acompañado a la izquierda y la derecha. La certidumbre de que no te encuentras solo, de que el compañerismo cuando es verdadero no cambia ni se acaba



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