El día más esperado

Usualmente, no acostumbro escribir sobre temas personales en este espacio, salvo algunas ocasiones especiales como el día de hoy. 

Todos los que estudiamos una carrera universitaria esperamos con ansia el momento de nuestra graduación, quizás porque la educación importa grandes sacrificios, porque pertenecemos a una generación que valora los títulos, o porque toda nuestra vida nos hemos preparado para ejercer una profesión.

En ese sentido somos privilegiados. Hay que ser sinceros, no cualquiera se da el lujo de inscribirse en una universidad, según estadísticas, en México sólo tres de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años de edad acuden a una institución de este nivel. Y se calcula que un tercio de la población universitaria está inscrita en una escuela privada. 

Desde mi punto de vista, la escasez de universitarios a nivel nacional es un problema social porque el desarrollo de un país requiere de personas capacitadas en diferentes ramas del saber y no sólo de una élite millonaria o de una clase política con intereses limitados... En fin, sólo es una mera opinión.   

Es hora de comenzar con la nostalgia, el recuerdo de los años mozos que actualmente transcurren. A diferencia de hace unos ayeres, cuando egresamos de la preparatoria, ahora adultos, estamos un poco más presionados y conscientes del lugar que ocupamos en el mundo. 

Los contornos de nuestros ojos son testigos de las desveladas, los días de levantarse temprano y dormir pocas horas. Las tazas de café son más acostumbradas que las propias cervezas, no sólo por su sabor amargo y distintivo, que más de uno nos deleita increíblemente. Y qué decir de los rastros de cansancio dejados por el trabajo, las prácticas profesionales o el servicio social. Ojalá que el día tuviera más horas, para dormir, para divertirse, alcanzar a terminar los pendientes o para muchas cosas más.

Puedo decirlo sin temor a equivocarme, ansío porque llegue el momento de graduarme y terminen los estudios. A nadie le gustan los exámenes, los trabajos interminables y mucho menos pagar la colegiatura. Habrá un momento en el que todo esto terminará; el día más esperado de la universidad, cuando ésta termine. 

Aunque no todo es tan malo como parece, el sacrificio tiene sus recompensas. Es justo recordar que dicha palabra proviene del latín "sacrificium" que significa "ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación". En la actualidad, nuestras metas y anhelos ocupan el lugar de las deidades. Si no existieran los propósitos que cada persona tiene, la vida sería un simple sufrimiento sin sentido...

Hoy hablaré del 10 de diciembre de 2016. Cuando faltaban dos días para la conmemoración de Nuestra Señora de Guadalupe, para que en el aspecto profano comenzara lo que llamamos el "Guadalupe - Reyes", una serie de festejos navideños, propios de la temporada.

Uno de los amigos más especiales terminaba con su formación universitaria. Edgar Bussón, egresado de Ingeniería Mecatrónica por la Universidad Politécnica de Aguascalientes. Para él ya no habrían más sacrificios a raíz de los estudios, desveladas ni cosas por el estilo.

Había llegado el momento de la celebración, era hora de tener un momento feliz en medio de tantas reuniones ordinarias. Porque en nuestro grupo de amigos hubo momentos tristes y despedidas, la peor de ellas ocurrió hace apenas dos años. Inevitable mencionarla.

Gracias a Bussón conocí a algunas de las mejores personas con las que he tenido la oportunidad de platicar. Aquella noche de graduación y de gala, con la silueta de la Estación detrás de nosotros y las sombras de la noche, colándose entre los árboles centenarios, volvimos a estar juntos; Andrea, Wendy, Karen, Emilio, Figura, Edgar, Gustavo y los "preparatorianos"; Nicole, Armando, Cristóbal y Pastrano, además de quien escribe esto. 

Algo que puedo admirar de nuestros amigos es su alegría, el hecho de ser felices cuando nos vemos. Porque a través de los años, nos han caracterizado las sonrisas, los chistes, las bromas entre nosotros y un ambiente inigualable, que no he podido encontrar en ningún otro lugar. 

Cuestiones como la solidaridad, la esperanza y la propia amistad pueden plantearse de manera abstracta, como siempre las hemos escuchado. Pero ha sido aquí, donde he aprendido a vivirlas, a estar severamente agradecido con la existencia. Solidaridad con los problemas ajenos que se convierten en propios, esperanza de que siempre habrá una razón para celebrar por más triste que se encuentre el panorama. Y de la amistad, no necesito decir mucho. Porque considero que son los recuerdos y los gestos sinceros los que hablan en el nombre de esta conocida palabra. 



Son tantas las vivencias, lo que ha transcurrido, que puedo afirmar, que hoy tengo más de lo que hubiera imaginado. Aquella noche fría del 10 de diciembre, con la música a todo volumen y las cubas interminables en la mesa, con los bailes en la pista y las conversaciones entrecortadas, el primero de nosotros "egresó". Somos muchos los que esperamos conseguir lo mismo en un futuro que no puedo describir como inmediato. 

Pero está cerca, el día más esperado de la carrera. Mientras tanto disfruta el momento, que la música siga tocando, alégrate por los demás y trata de ser menos amargado o amargada, porque los instantes que se van no regresan jamás. 





¡Felicidades!


Fotografías tomadas por mi celular, el de Edgar Bussón Mercado y por Andrea Ortiz. Todos los Derechos Reservados para gotasaisladas.blogspot.com

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