Querido amigo (†)

Desde hace mucho tiempo tengo la creencia de que venimos al mundo por una razón, de que no estamos aquí por casualidad. Sino que nuestra existencia tiene un propósito. 
¿Qué tan religiosa es ésta idea? No puedo contestarlo con exactitud, pero me siento completamente atraído por el tema.

¿A qué venimos al mundo? Me lo pregunto cada mañana, cuando subo al transporte público y veo a las demás personas preparándose para trabajar. Me lo pregunto en la escuela, cuando el fastidio nos invade sin mayor remedio.

Pero hay momentos de tempestad, aún para las mismas creencias. Tormentas de incertidumbre y golpes que vienen de fuera como remolinos imparables. La muerte de un ser querido siempre será uno de ellos.

Hoy no quería hablar de esto. Quería escribir un artículo sobre el sentido de la vida, la motivación de cada uno de nosotros, la importancia de atribuirle un significado a lo malo que sucede. Pero necesito atender un asunto pendiente.

Directo del corazón. 

Hace seis años conocí a una persona excepcional, tan sólo veintidós días más "grande" que yo. No fue un simple compañero de generación o de salón. Fue un camarada y confidente, un hermano de esos que no se encuentran tan fácil... Y sin embargo partió.

Fanático del fútbol, predecía los fichajes y resultados de partidos en Europa. Estrella en el equipo de basquétbol, cada semana, con el profe Vallín, de 8:00 a 10:00 de la mañana. Al llegar la tarde siempre se le encontraba en el salón, excepto cuando paseaba con nosotros...

Hace tiempo que ya no estás. Las horas no son nada para ti, tu reloj está detenido y nada en el mundo podrá encenderlo de nuevo. Para ti no ha pasado el silencio. Sigue siendo 22 de noviembre, del año dos mil catorce. Sigues teniendo diecinueve años en el recuerdo de cada uno de nosotros.


Carlos Alberto Moreno Hernández, ese es tu nombre, pero nosotros te decimos Ken. Eres nuestro amigo, no te lo digo en pasado. Te lo confieso en un presente que pretende alcanzar tu eternidad, tú modo de “ser” en dónde estés. Tú eres nuestro amigo. Siempre pensé que tendríamos que llegar a ancianos para irnos despidiendo, uno por uno. Pero no sucedió así.


No sabes todo lo que ha pasado. Pareciera que todo trata de nosotros, de los que nos quedamos aquí, peleando. Ojalá la gente supiera, que debajo de cada sonrisa y detrás de cada mirada se esconden personas como tú, que ya no están pero cambiaron nuestra existencia. 

Tú sigues en cada uno de nosotros, en cada uno de los que más te quisieron. Admiro la valentía y fortaleza de tu familia, tú los conoces mejor que yo. Ellos enfrentaron aquella lucha contigo, siempre a tu lado. ¡Y cómo admiro tu esfuerzo! Siempre te mostraste inquebrantable, con las convicciones firmes, llenas de fe, a pesar del cáncer.

¿Qué si te mereces un homenaje? Te mereces todos los reconocimientos habidos y por haber. No quiero que te quedes en un simple recuerdo, en una anécdota de lo que fue, porque tú sigues estando en nuestras vidas. Eres uno de nosotros, eres Ken, aunque no podamos verte ni, platicar contigo... Sólo estás un poco lejos, esa es la diferencia.

Me gusta pensar que eres parte del viento, que nos saludas de vez en cuando. Que estás en la gloria y ninguna sensación humana puede compararse con eso. Que nos invitas a portarnos un poco mejor, a no olvidarnos de quiénes nos acompañan, a valorarlos cada instante que los tenemos en nuestra presencia.




Porque invariablemente todos te alcanzaremos algún día. A ti, a Andrea Noemí, a Dafne, a Rojo, a Lechuga. No sabemos el orden, ni cuándo llegará el momento, si volveremos a verte, si son ciertos nuestros afanes o si tienen razón quienes afirman que no hay nada más allá de la muerte.

A pesar de mis instantes débiles, de mis fallos humanos, le doy gracias a Dios por dejarme conocerte. Por permitirme estar en el mismo salón durante tres años y platicar tantas veces. Por salir a la "tienda de la abuela" en compañía de los demás; por estudiar juntos en los exámenes, incluyendo el de ecología; por compartir los mismos juegos, sobretodo el último día de clases.

Gracias por enseñarnos a enfrentar el mundo con un ánimo renovado, lleno de confianza y optimismo. A ser amables con los extraños; porque nunca le negaste una sonrisa a nadie. 

Debes de saber que todo lo bueno se ha quedado con nosotros, excepto tu compañía.

Para nuestra amistad ya no pasa el tiempo, querido amigo.
(†)

11 de agosto de 1995 - 22 de noviembre de 2014
Aguascalientes, Ags.








Comentarios

  1. Hermoso articulo para un ser tan extraordinario como lo fue Carlos aquí en la tierra, y como seguramente sigue siendo en el Cielo. Tuve el placer de conocerlo desde que nació y no me cabe duda que tiene una familia con muchos valores, unos padres que supieron guiarlo en todo momento. Te queremos mucho Carlitos!

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Yo quise reflejar un poco de la vida de Carlos para los que tuvimos la suerte de conocerlo en la preparatoria. No me queda duda de que tuvo una familia ejemplar, mi respeto y gratitud a todos ellos.

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