La generación del momento

"Casi todo parece hecho para durar un momento" es una frase intrigante, que coincide con la actualidad.

Nuestra sociedad cada vez tiende más a lo instantáneo, lo que se consume pronto y es necesario remplazarlo, cuando termine su utilidad.  

No es una idea mía, ni simple percepción. Algunos filósofos reconocidos han enfocado sus reflexiones en el tema, como Zygmunt Bauman, quien le llama "modernidad líquida" a este fenómeno. 

Admito que no estoy debidamente capacitado para explicar y debatir su pensamiento, ni otras teorías abstractas. Así que hablaré desde mi punto de vista y pelearé desde mi propia trinchera: la de las letras aisladas. 

Gotas que se evaporan

Una emoción, un sueño y un café; parecen existir en el mismo momento y dejar de ser apenas unos minutos después. La tranquilidad se ha terminado, junto con ellos. La taza está vacía y así permanecerá hasta el día siguiente, cuando llegue la hora de beber otro líquido cálido. 

Comienza un lunes normal, "como cualquier otro". Más allá de las especificaciones de la rutina, todo tendrá un lugar en el día y luego lo abandonará, sin mayor remedio. Primero cierto cansancio que para la hora de la comida estará olvidado. Después un saludo a cierto número de personas que también se consumirá en el aire. 

¿Qué cosa es permanente en este tiempo? Hasta el mismo contacto con otras personas dura unos minutos. Las risas sólo viven mientras las alimente un chiste. Las lágrimas podrían llegar a aparecer, pero si lo hicieran serían más rápidas que cualquier llovizna. 

Es porque un día se puede estar muy triste, cuando acaban de pasar sucesos completamente alegres, tan sólo en la misma semana. Y viceversa, se puede ser muy feliz, luego de ser sacudido por malas noticias, tan sólo en la misma quincena... 

Los celulares no se ven bien después de dos años. Los pantalones se desgastan casi de la misma manera y cuántos de ellos no se decoloran. Los audífonos que compré hace unos meses están descompuestos y lo que estudié para el primer parcial ya está olvidado. 

Hace un tiempo murió un pariente lejano. Hoy sólo nos acordamos de él en algunas pláticas y para ser honesto nunca lo conocí. ¿Habrá alguien que lo recuerde? Sé que se escucha algo cruel, pero se trata de una pregunta sincera. 

Esta generación está condenada a olvidar. Pocas cosas duran y no sólo hablo de carteras y zapatos. Hay amistades que desaparecen completamente, amores lejanos que se pierden en el pasado y parecen nunca haber existido. ¿En cinco años quién recordará el corte de cabello que traemos hoy, la camisa cara que tanto nos esforzamos en escoger? 

Sólo las fotografías quedarán como testigos incondicionales. Pasamos el día ocupados en esto y lo otro, en asuntos que no lograran trascender con el paso de los años. Y cuando miremos hacia atrás nos preguntaremos: ¿en qué se nos fue el tiempo?

Somos la generación del momento. La del festejo y la resaca posterior, con el entendido de que olvidaremos la algarabía y la euforia apenas comiencen nuestras obligaciones. La generación del duelo y el luto breves. De los amores fugaces que no resisten las pruebas. Los goles que celebramos antes de enterrar en el pasado. 

Somos un suspiro, un soplo de viento, listo para escaparse. 

Pero algo nos queda

Lo contrario a lo efímero es aquello que tiende a la permanencia. 

Vale la pena esforzarse por lo que va a durar más, lo que superará el instante, que al menos su recuerdo se quedará con nosotros para siempre. Creo que este es un llamado para evitar el olvido, para mantener en la memoria algo que quisimos mucho o que nos gustaría preservar su recuerdo. 

No sólo hablo de reproductores de música o prendas de vestir, sino de los aspectos humanos que muchas veces escapan a la "generación del momento". Esa persona, ese logro o aquella historia. Cada quién decidirá qué conservar. 

Pipe Bonilla