Aguascalientes, Ags.
Desde que nací he vivido en esta ciudad ubicada en el centro del país.
Soy un aguascalentense en todo el sentido de la palabra, aquí he estudiado y me he enamorado, incluso tengo parientes enterrados aquí.
"Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra." Afirmó José Arcadio, el primer protagonista de la novela Cien años de soledad, escrita por Gabriel García Márquez. Yo por mi parte, tengo varios ancestros bajo este suelo, al grado que no sé cuántos de ellos me precedieron. Pero eso es historia antigua. Es bien sabido que el futuro no se encuentra en los cementerios, al menos que se esté hablando de muerte...
Durante años me he preguntado: ¿qué nos vuelve distintos de los demás mexicanos? ¿Quiénes somos? ¿Y qué nos convierte en otro estado de la unión?
Podría tratarse de una simple casualidad. Incluso existe una explicación bizarra para nuestro origen como entidad federativa.
Dicen que fue por un beso
Según una leyenda titulada como: "Libertad por un beso", Antonio López de Santa Anna, en el año de 1835 decidió separar Aguascalientes de Zacatecas luego de besar a una mujer local.
El matrimonio de Pedro García Rojas y Luisa Fernández de Villa fue el encargado de hospedar al general durante su paso por el pueblo, mientras se dirigía a combatir una rebelión en la capital del estado. La dama en cuestión aprovechó para contarle sobre los deseos independentistas de los hidrocálidos. Y finalmente, durante un descuido de su esposo, fue besada por Santa Anna para cerrar el trato.
El matrimonio de Pedro García Rojas y Luisa Fernández de Villa fue el encargado de hospedar al general durante su paso por el pueblo, mientras se dirigía a combatir una rebelión en la capital del estado. La dama en cuestión aprovechó para contarle sobre los deseos independentistas de los hidrocálidos. Y finalmente, durante un descuido de su esposo, fue besada por Santa Anna para cerrar el trato.
Hasta allí llega la leyenda escrita por Elías L. Torres en 1925. La historia oficial relata que dicho acto no tuvo el efecto esperado; porque Aguascalientes fue reincorporado a su vecino del norte hasta la Constitución de 1857. Ordenamiento jurídico que le otorgó su categoría actual.
En el corazón de la ciudad
Continuo con la misma pregunta: ¿qué nos vuelve distintos de los demás mexicanos? ¿Serán las construcciones antiguas en el corazón de la ciudad? Nuestras calles y los innumerables templos coronando los barrios tradicionales. ¿Serán los árboles de la Alameda o el jardín de San Marcos? ¿Será su feria tan famosa?
Son muchas preguntas. Cabe destacar, que recurrentes son las imágenes sobre el centro histórico cuando se habla de nuestra ciudad. Pero existen más lugares para buscar respuestas, para encontrar la esencia de esta tierra noble...
Por en medio de las avenidas, debajo de los árboles ubicados en los camellones, saludando a quienes vamos de un lugar a otro. En los centenares de casas, bordeando el valle por encima de fallas geológicas y lagunas de aguas termales desecadas.
Por en medio de las avenidas, debajo de los árboles ubicados en los camellones, saludando a quienes vamos de un lugar a otro. En los centenares de casas, bordeando el valle por encima de fallas geológicas y lagunas de aguas termales desecadas.
Eso es lo que somos, un corazón palpitando, entre pasos a desnivel y casas que no llegan más allá de los dos pisos. Un puñado de centros comerciales diseminados como puertos, una constelación de licorerías y tiendas de abarrotes. Un millón de seres humanos relacionados entre sí, compartiendo el cielo claro y las mismas vialidades (algunas mejores que otras).
Somos unos montes entrelazados en el oriente, compitiendo por quién acumula más ladrillos sobre sí. Una barranca en el poniente, un riachuelo verde cubierto de sauces. Somos un rayo de sol que no perdona a ninguna época del año. Una gota de sudor en la frente, unos lentes oscuros sobre nuestros ojos.
¿Qué nos hace tan especiales? Es la fiesta cada cierto tiempo, salir a tomar lo más pronto posible sin esperar hasta el fin de semana. Es la sonrisa en nuestros labios ingenuos, la carcajada que se eleva por encima de los grupos de amigos, como una oración en cualquier templo. Es nuestra adoración a las viejas costumbres, a lo bueno y lo malo. Es nuestra moral partida, entre la misa dominical y los excesos del sábado pasado.
Es el silencio cuando se nos hace una pregunta incómoda. Es la complicidad, de unos sobre otros en esta sociedad. Porque protegemos a quien amamos, somos indiferentes con los ajenos y despreciamos profundamente a quienes consideramos como nuestros enemigos. Así de parciales nos hemos vuelto.
Pero no es suficiente para describirnos, ni tampoco somos todos de la misma manera; somos diferentes aunque compartamos el mismo aire y la lluvia cuando aparece. Somos un suspiro, un descanso necesario en la geografía, un muerto enterrado en el cerro. Allí donde el sol se queda dormido todas las noches.
Somos Aguascalientes, un estado que no tiene necesidad de justificar su existencia. Puede que un beso nos haya creado, no lo sabemos bien. Toda leyenda tiene su dosis de verdad y de mentira. Al igual que nosotros, porque cada uno está compuesto de luces y sombras, de risas y enojos, de llantos y alegrías. De canciones alegres y nostalgia andante.
Excelente!
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