A la feria de San Marcos

México y sus tradiciones

¿Qué sería de nuestro país sin sus celebraciones populares? El dieciséis de septiembre, el día de muertos y las posadas, entre otras.
Octavio Paz, en su libro "El laberinto de la soledad" dice que el mexicano utiliza cualquier pretexto para festejar.
Afirma que utilizamos la fiesta para abrirnos y desahogarnos; que no sólo se trata de un exceso, sino de una revuelta en la que la sociedad se burla de sus dioses y sus leyes. Citando textualmente: "El mexicano se esconde bajo mascaras, que después se convierten en días de duelo o fiesta".
Independientemente del descarnado análisis realizado por este Premio Nobel de Literatura, -él único connacional galardonado con este reconocimiento- las ferias abundan en nuestro país desde hace mucho tiempo. Constituyéndose como un festejo de cada localidad, con sus propios rasgos y características.
Amamos festejar, no podemos negarlo. Por eso nuestras verbenas siguen llenas de gente, año con año. Formando parte de nuestra cultura, un rasgo inseparable del mexicano en el mundo. Tanto que quien no disfruta de salir de casa es visto de manera diferente.

A la feria de San Marcos

Los oídos se preparan para el ruido, distrayéndose de los pensamientos sin sentido, tan comunes en
estos días. Voy por López Mateos, acabo de bajarme en primer anillo. Todavía hay sol, tal vez falta una hora para el atardecer, no estoy seguro. 
No importa el calor abrileño, ni la cantidad de luz en el ambiente. ¿Quién sabe con cuánta gente me encontraré hoy? Amigos de toda la vida, personas que se fueron, desconocidos; foráneos y aguascalentenses. Al final todos bailamos donde mismo, paseamos un rato por el encierro y tomamos una bebida. Ya habrá tiempo para cenar algo en la madrugada. No vale la pena preocuparse por eso. 
El paso a desnivel, tan antiguo y descuidado, se abre a un lado de mí. Los recuerdos de toda mi existencia fluyen hacía mí, traídos por el aire, acompañados de la flores desprendiéndose de las jacarandas. Me llaman, parecieran decir mi nombre, mi ápodo quizás. Soy tan ególatra, lo sé, tan narcisista, lo sé. Pero la fiesta le hace bien a mis ambiciones, me relaja, no me deja pensar en ellas y me hace sentir esperanzado.
Tal vez el próximo año me encuentre mejor, los andadores y la expoplaza preguntaran qué me pasó. El "Fiesta Americana" me verá ceder al festejo, como si mi presente fuera perfecto. ¿Acaso no lo es? 
¡Hay feria! No puedo pedir más. Es hora de hacer poesía en cada paso, inventar los versos más nuevos, con el sabor etílico en mis labios. Mirar el templo de San Marcos, las nubes lejanas alejándose de "Aguas", perdiéndose entre la nada.
Amo el encanto de la vida. Las bandas comienzan a tocar junto a mí, es una canción que no conozco. Sólo me importa su ritmo. Comienza la velada, ¿quién sabe cuántas horas andaré por aquí? 
Me cansaré, dormiré poco. Mañana me daré explicaciones, veré mi cartera y me dolerá la cabeza. Todo sea por estar aquí. Vale la pena sufrir una resaca que duré hasta la próxima vez que venga. Vale la pena visitar la feria de San Marcos. 

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