El México que fue
Llega
el mes de septiembre, tiempo ideal para que el patriotismo se manifieste en la
sociedad. Durante varias semanas los edificios públicos muestran adornos
tricolores, y un gran número de casas decoran sus fachadas con banderas y
objetos relacionados.
Durante
las siguientes semanas, estas gotas aisladas trataran sobre temas nacionales,
pasajes controvertidos de nuestra historia y rasgos característicos del
presente de esta gran nación llamada México.
Un pasado sangriento
Se
nos ha enseñado que la historia comenzó hace algunos milenios en el viejo
mundo, que el hombre evolucionó con el paso de los siglos hasta llegar al
hombre renacentista, prodigio de la época moderna. Se nos ha dicho que estos
hombres españoles, sagaces y aventureros desembarcaron en el continente Americano,
que encontraron una sociedad extravagante y se lanzaron a conquistarla.
Con
ciertas reservas, la victoria de Cortés
es considerada como una hazaña. Un imperio gigantesco cayó en manos de un
puñado de europeos que se valieron de su armamento superior y sus alianzas con
algunos pueblos indígenas. Que quizás por accidentes del destino, como las
epidemias, menoscabaron a la población nativa.
Allí
termina la narrativa oficial que hemos escuchado durante nuestras vidas. Pero
caben varias preguntas más. ¿Pudieron los aztecas haber derrotado a Cortés?
¿Los hubieran podido expulsar de sus dominios?
Responder
estas preguntas será tarea de los investigadores. Nos queda a nosotros observar
lo que tenemos actualmente, lo que quedó del México que fue, una poderosa
nación que construyó una capital sobre el agua, realizando grandes obras que
hoy podrían ser la envidia del mundo civilizado.
En
su lugar quedó una capital mestiza, de tamaño excesivo, con profundas
diferencias entre una zona y otra, entre la marginación y la prosperidad.
La
conquista fue un hecho sangriento, la imposición de un pueblo sobre otro, de
unas tradiciones, una cultura por encima de la otra, el exterminio de un pueblo
y la reducción de su mundo. Ningún mestizaje y ningún argumento expuesto a su
favor, como la evangelización o el nacimiento de la cultura mexicana moderna,
podrán borrar esta huella.
Porque,
si bien gozamos de una gran riqueza inmaterial, la creación de nuestro pueblo
se basó en la violencia…violencia que todavía el día de hoy continúa como un
eco sonoro, pues aunque ya no ocurren invasiones militares por parte de países
extranjeros, los vecinos y ciudadanos se han vuelto unos en contra de otros, a
causa de la delincuencia, el narcotráfico, la corrupción o la simple intolerancia
de unos contra otros.
¿Podrá
la actualidad borrar las huellas de aquel pasado sangriento?
La
respuesta está en manos de nuestra gente.
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