Reflexiones del día de la paz

El pasado 21 de septiembre se celebró el "Día Internacional de la Paz", fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas desde 1981. Cada año se elige un tema diferente para tratar en la agenda pública, se llama a los países en conflictos armados para que detengan las hostilidades durante este día y se realizan diversos eventos, la mayoría de ellos en la Sede de la ONU

Sin embargo, muchos de nosotros apenas nos enteramos de esta conmemoración, algunos ni si quiera sabíamos sobre la existencia de este día, ni tampoco que se celebraba en septiembre. En los medios de comunicación se mencionó pocas veces y fueron algunas fotografías en internet las que dieron a conocer esta noticia. 

¿Qué tan lejos está la Paz?

Comúnmente se relaciona esta palabra con los grandes acuerdos entre naciones, el final de una guerra, un armisticio, o una misión buscando tranquilizar una región del mundo. Son muchas las asociaciones mentales que podemos hacer, nuestro cerebro puede pensar en medio oriente, África, o lamentablemente, en algunos estados de la república como lo son Michoacán y Guerrero. 

Se ha repetido muchas veces que "la paz no es la ausencia de guerra". El filósofo holandés Baruch Spinoza fue uno de ellos, el sacerdote Premio Nobel de la Paz, Domique Pire también lo repitió, al igual que Rigoberta Menchú, guatemalteca galardonada con la misma distinción. 

Cada quien tendrá una definición diferente de esta palabra, por este momento no me ocuparé de este concepto, sino que me enfocaré en los esfuerzos realizados para conseguir este fin. 

Después de las catástrofes humanas que ocasionaron las sangrientas guerras del siglo XX, la paz se maneja como uno de los principales objetivos de las naciones soberanas. Desde entonces ha existido mucha polémica, sobretodo porque se han ponderado otros intereses (por ejemplo los monetarios) en la agenda pública. 

La paz es difícil de conseguir. No puede dudarse de ello. Sin embargo merece grandes esfuerzos, quizás porque es preferible a los horrores del conflicto, pues no se trata de una mera idealización ni de un fin inalcanzable. Entre más se trabaje por ella, más fácil será de lograrse. Para conseguir algo se necesita seguir una serie de pasos y no basta con quedarse sentado cruzado de brazos. 

Actualmente nuestro país sufre de una violencia que se parece mucho a una enfermedad crónica-degenerativa. Pueden distinguirse avances y retrocesos, regiones dónde ya se tocó fondo, lugares perdidos y algunos otros rescatados. Resulta atractiva la idea de repartir culpas pero difícilmente dicho señalamiento cambiará la situación en que vivimos. 

Es hora de preguntarnos, ¿qué estamos haciendo por la paz? y ¿qué tanto la anhelamos? ¿Estamos necesitados de ella? 

Las respuestas pueden ser muy amplias. No se requiere estar en una posición gubernamental para comenzar a transformar el entorno. 

En este sentido, quizás no esté a nuestro alcance solucionar los problemas en Siria, Medio Oriente, Michoacán o Guerrero. Pero sí podemos mejorar nuestra relación con las personas con las que tratamos a diario, como lo son nuestros padres, hermanos o compañeros de trabajo. 

También me parece muy importante, el hecho de tomar más en cuenta a los desconocidos  que encontramos en cualquier lugar. Las personas que piden "una ayuda" en la calle, aquellas que nos atienden en ventanilla o nos preguntan algo. 

La búsqueda de la paz involucra el anhelo de lograr una sociedad mejor, donde los derechos de los demás sean respetados, las personas puedan auto-realizarse plenamente y contribuir con su entorno, dejando una huella positiva en el mundo. 

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