Nosotros, los jóvenes
Según
cuentan mis abuelos y mis padres, nuestro país ha cambiado mucho en las últimas
décadas. Aunque nosotros, los jóvenes, en ocasiones no nos damos cuenta de
ello.
Mi
abuelo materno creció viviendo del campo y los negocios que éste implica, mi
abuelo paterno fue una especie de Agente en los Ferrocarriles Nacionales,
mientras mis dos abuelas se dedicaron al hogar y a la crianza de sus familias
con diez o nueve hijos, según el caso. Hoy en día, no conozco ni una sola
familia que se encuentre en las mismas circunstancias. Quiero creer que nadie
se atreve a tener tantos hijos en el presente.
Cuando
ocurrían las elecciones, mis tíos votaban por el mismo partido político, el que
siempre ganaba y mantenía el gobierno. Mi madre no estudió una carrera
universitaria porque su familia no la apoyó para hacerlo. Mi padre no viaja
nunca, aunque estemos en pleno 2018. No sé si no le gusta hacerlo o tal vez
piensa que los viajes son para personas con el tiempo libre, que no tienen nada
que hacer. ¿Y los celulares? Nada de eso para mis padres, ¿Whatsapp? ¿Facebook
o twitter? ¿Para qué es eso?
No
los culpo por no adaptarse a la tecnología, ellos son libres para no hacerlo,
para pagar televisión por cable y paquetes de telefonía fija. Pero me parece un
hecho muy curioso que se quedaron viviendo en el México de hace unas décadas. A
veces me pregunto si siguen en los ochenta o los noventa.
Y
cuando los veo, pienso cuánto hemos cambiado cómo sociedad. Antes no existían
muchas cosas que tenemos el día de hoy en nuestro imperfecto, pero amado país.
Me pregunto por qué camino vamos nosotros, los jóvenes, si tendremos una vida
mejor, o es mera ilusión. Sólo el tiempo lo dirá.
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