Carta a la luna número tres



#3 El nunca será tu hombre

Tengo la costumbre de salir de mi asiento durante los descansos, recargarme en la pared o en el barandal según sea el caso y mirar a mi alrededor. A veces pienso antes de ponerme a buscar con la vista, otras veces observo, para después poder perderme en mis reflexiones. Yo no soy de esos que piensan y hasta después comienzan a existir, porque ya sé que existo.

Cuando te busco, a veces estás, en otras ocasiones no, es como cuando nos saludamos; a veces eres tú y otras no. Tus problemas turban tu brillo lunar y todas las limitaciones que existen se convierten en las nubes que nos cubren el uno del otro. Son estos vapores malditos las que nos impiden vernos de frente.

Yo no me oculto, ni me escondo, ni siquiera de vez en cuando. Nunca lo hago porque ya dejé esos modales de cobarde atrás. Créeme que soy capaz de decirte todo esto en tu cara pero no lo hago porque no quiero olvidarme de ningún detalle. No pienses que me escudo detrás de estos papeles; porque ahora sabes quién soy y quiero saber cómo eres tú en realidad…

Hoy vi a uno de tus amigos íntimos, uno que está cerca de ti durante mucho tiempo. Tú le tienes una gran confianza, él acude a tu llamado siempre que lo necesitas y sé que lo mismo pasa al contrario. Estoy seguro de que él también puede tenerte a su lado cuando quiera. Así que en mi mente surgió una pregunta, ¿qué pasaría si yo fuera tu gran amigo? ¿si yo ocupara el lugar de este muchacho castaño?

Claro que lo conozco. Es de esas personas que te encuentras todos los días, e incluso lo ves a los ojos sin decir palabra alguna, mientras él hace lo mismo, descaradamente. Diario es igual y siempre que lo encuentro, una imagen tuya pasa por mi memoria.

A veces, cuando me fastidia la rutina me gustaría vivir la vida de otras personas, aunque después descubro que su vida es igual de monótona que la mía, o incluso hasta mi día resulta más interesante gracias a los versos que escribo. Pero en ocasiones quisiera vivir la vida de ese amigo tuyo, no por el placer de ser él, sino por la emoción de tenerte cerca cuando así lo desea. Por la alegría de ser tu amigo de confianza, quizás tu confidente, probablemente tu confesor.

¿Cómo lo sé? Es el más callado de quienes te rodean y las mujeres nos cuentan sus penas a los hombres reservados que estamos en soltería. No sé por qué será así. ¡No saben que eso enamora! Ustedes nunca le dicen al chico que pretenden sus problemas, porque quieren que ese hombre las vea como mujeres enteras y perfectas.

Pero las chicas como tú no deberían intentar verse así; esa mascara les viene mal. Me gustaría que un día te me mostraras desnuda de apariencias, sin hipocresías ni imágenes falsas, sobre la que no eres. La luna también tiene sus cráteres en su faz, y eso es lo que más me fascina de ella. Son las imperfecciones las que mantienen en ella, a pesar de la luz de la noche. Volteo a mi cielo y esos relieves están sobre mí, amor, ¡cuánto deseo conocer tu alma!

Por eso envidio a ese hombre común y corriente que tiene una vida igual de aburrida que la mía. ¿Cuántas veces te ha visto llorar? ¿Cuántas veces ha sido testigo de tus lágrimas y tus ojos hinchados? ¿Cuántos cólicos tuyos habrá presenciado? Ha escuchado mucho más que yo tu risa y tu voz.

Creo que lo más envidiable es crear sonrisas en tu boca. Transformar tus melancolías, tus días grises en felices. Tocar tu aura con tan sólo unas palabras. Quisiera ser él para tener acceso a tu alma, a tu lado más humano donde guardas tus sentimientos, tus cariños, tus valores, lo mejor que tú tienes.

Si yo fuera él estaría perdidamente enamorado, tan loco por ti como lo estoy hoy. Y a diferencia de mí, sé que él no tiene ninguna oportunidad contigo. Porque las mujeres eligen a su compañero de secretos y de exposiciones psicológicas para vaciar en él toda su carga emocional, sin saber que eso nos mata. Generalmente eligen a alguien que las apoye desde atrás, alguien que nunca será su novio y que por más que las comprenda, por más que las ame, nunca será visto como su hombre. ¿Quién sabe por qué prefieren andar con otros locos que no las estiman?

Ese amigo tuyo, muchacho común y corriente como yo, tu paño de lágrimas y confesor, nunca será tu hombre.


Adrian (Pipe) Bonilla
Adaptación del manuscrito original realizado por el mismo autor en julio de 2012

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