Cartas a la luna (I)



Tenía dieciséis años de edad cuando me enamoré perdidamente de una compañera con la que compartía dos clases.  Me gustaba hacer poemas y la silueta de aquella mujer me inspiró tantas veces como un amor imposible, un sentimiento mal llamado “platónico” que durante aquellos días me cautivó. 

Entonces sucedió, durante un insomnio de verano el calor insoportable me llevó a escribirle una carta. Para mí, ella era como la luna lejana, mi alma tenía una necesidad enorme de confesárselo. Esa noche, el grafito de lápiz y la textura opaca de una hoja de mi cuaderno fueron mis aliados. 

A continuación presento, un fragmento de la primera de las cartas que le escribí a la luna. Para mí, es algo así como una reliquia extraída desde las profundidades de la tierra.


#1 Porque resplandeces

Ayer te vi en el lugar donde nos encontramos siempre, en donde tenemos que trabajar forzadamente. Estabas sentada en una banca leyendo sola, seguramente esperando a tu novio, o alguna de tus amigas y por qué no, a tu mejor amigo. Estabas tan serena.

Yo me acababa de despedir de mis amigos después de bromear un rato con ellos. Te contaré que me siento tan realizado cuando platico con ellos, pocas compañías son así y por mucho tiempo estuve rodeado de personas, por así decirlo, no tan enriquecedoras. Muchas veces fui ignorado y enviado a la orilla del grupo, pero ahora no es así, porque ahora me va mejor.

Cualquiera diría que me debo de conformar con lo que tengo, pues ya he logrado bastante. Sin embargo yo soy así y no le puedo hacer nada; siempre quiero más, reconozco cuando algo va bien o mal, pero nunca me detengo, porque siempre va a haber algo que sea mejor y lo quiero conseguir.

¿Sabes que me falta?

Una mujer, 

no cualquier mujer; 

me gustaría conseguirte.

¿Qué apenas y te conozco?

Bueno, no te conozco si conocer es hablar, pero te conozco si eso es mirar. Te veo más que a cualquier otra y he logrado hacerme una idea de lo que eres. Así es, después de ver la luna sobre el cielo tantas noches, empiezas a familiarizarte con ella, sabes que es de un color perla, que a pesar de sus heridas se alza sobre nuestras azoteas como gobernando esa manta azul oscura, rodeada de puntos plateados.

Para mi eres la reina de tu alrededor, porque resplandeces, porque rápidamente resaltas entre la gente gris y te encuentro, tan sonriente, tan serena, tan llena de luz por dentro y por fuera. Tal vez sea injusta la comparación de la luna, quizás deberías ser el mismo sol, pero eso no lo sabré hasta tenerte y saber la fuente de tu energía.

Puedo estar seguro de que tienes lo que busco en una mujer. Ayer te vi leyendo, tan calmada, hoy en día es raro ver a alguien en una banca, bajo la luz de la tarde, leyendo al aire libre. No usas lentes, ni brackets, por eso no creí encontrarme con tal escena. Y sin embargo eres inteligente. No me importa ignorar tu promedio, ayer te vi leyendo literatura por gusto y sé que no estudiabas, sino que leías por placer...




Esta carta continuará.

Pipe Bonilla, texto original julio de 2012.

Comentarios

  1. Qué hermosa carta dichosa la chica que inspiro estás líneas ¿existe una 2da. parte?
    Como sea este tipo de enamoramiento no es para siempre ¿verdad? = (

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