En plena madrugada. Segunda Parte.
En plena madrugada. Segunda Parte Aún no sale el sol, la bóveda celeste se ve más clara; sé que el amanecer está cerca. Se siente más frío que durante toda la noche y eso no parece causar estragos en nadie, ni siquiera en los hombres que traen sombrero y camisa de manta. Aquí viene mi hijo José, caminando por en medio del empedrado. El templo de Nuestra Señora de Guadalupe está a dos cuadras de aquí y pueden verse sus dos torres desde donde estoy parado. Una pareja de esposos ha salido a llorar aquí afuera: se trata de unos amigos de Carlos que eligieron el fresco de la calle para desahogar sus penas. Quizás el hombre no quiere que lo vean llorar o tampoco desea que su mujer se retuerza de lágrimas enfrente de sus falsos conocidos. –Me dijeron que siempre sí. ¿En cuál misa estará bien? ¿En la de las ocho o las diez? Ya no alcanzamos a la de las seis y media. –Me pregunta él, moviendo ese bigote afrancesado que le gusta traer. –Por mí hasta las diez. ¿No sabes si la f...